La justicia danzante del Mantaro

(o la crónica completa de un viaje al pasado)

“Vi también mil diferencias de danzas… había de enmascarados llamados guacones y las máscaras y sus gestos eran del puro demonio”
José de Acosta, antropólogo y  jesuita, 1590

El sonido seco de la tinya y el dulce de la quena acompañan la dualidad  milenaria que abraza a la huaconada. De la quebrada Ayán Grande, desde donde  antes bajaba el agua que abastecía a Mito, aparecen arrastrando el paso los  guacones antiguos, de vestidos sobrios, tronando el suelo con látigos y con un gesto  eterno de severidad tallado en madera. En una pequeña cueva de la quebrada, el pago a la pachamama, que dejó de hacerse hace 50 años, se ha retomado.

La áspera y grave voz quechua de los huacones rebota en las rocas de la margen derecha del Valle del Mantaro con un eco especial este primero de enero. La huaconada es ahora reconocida por la Unesco como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad.

Fue la dualidad de la danza la razón por la que la entidad decidió el pasado 16 de noviembre oficializarla como herencia tanto de los miteños y de los pobladores de Junín como de todo el mundo. Ese doble papel de ancianos sabios y de cóndores, representantes del espíritu de la montaña. Esa doble función de impartir justicia y, ahora, de perennizar la identidad de Mito. Esa doble sensación de temor y de cordialidad, de castigo y enseñanza.  La huaconada es la única danza de control social que se mantiene desde épocas precolombinas, con la  cual se hacían respetar la moral y las buenas costumbres.

MISTERIO HISTÓRICO
Mito, distrito de la provincia de Concepción, a 17 kilómetros de Huancayo, es uno de los pocos pueblos del Valle del Mantaro que conservan el baile que, según investigadores como Soledad Mujica, se habría practicado en otros lugares de la sierra en tiempos preíncas.

En realidad, nadie conoce los verdaderos orígenes de la huaconada. Salvo algunos escritos jesuitas, esta tradición vive en la memoria colectiva de Mito, de lo que los padres contaban y lo que los abuelos le narraban a estos.

Así fue como Digno Verástegui, de 66 años, aprendió esta costumbre. Hace 48 años, de incógnito, dio sus primeros pasos como huacón. A escondidas y junto a otros jóvenes, don Digno imitaba el baile que los tres primeros días del año realizaba su padre y otros antiguos de Mito alrededor de la plaza central. “Las cuentas no se arreglaban en el momento, sino se esperaba el Año Nuevo para saldarlas”, dice. “Las reglas del huacón eran mucho más estrictas antes”, cuenta. Había que tener 21 años para empezar a bailar e inspirar autoridad.

Las mujeres tampoco pueden bailar. Betty Gutiérrez sonríe cuando escucha esta regla. Hace 25 años, se vistió de huacón y dio una vuelta a la plaza. “Yo quería demostrarles que también podemos ser autoridad”, dice. Eso sí, bailar sin quitarse la máscara. Betty también recuerda con una mueca de susto que encontraron a una mujer y la azotaron por desafiar la tradición.


COMPÁS ANDINO
El mítico cóndor aparece en cada paso que dan los huacones, tanto antiguos como modernos. Este año son aproximadamente 200 huacones que danzan. Arturo Enrique, conocido como Chihuaco (pajarito veloz) cuando baila, imita el vuelo del ave, eleva la frazada atigrada, y con las manos en la cintura, da pequeños saltos. De acuerdo al compás de la orquesta, Chihuaco y los demás huacones lanzan un sonido gutural, que lo acompañan con un latigazo que ahuyenta a los intrusos que interrumpen su paso.

De repente, Chihuaco avista  a un conocido. No se puede negar el saludo a un huacón, el señor autoridad de los días de fiesta, aunque sea un latigazo. Si la persona es amiga, el golpe termina en abrazos. Si es que ha cometido una falta, el latigazo es la pena que hay que cumplir.

El látigo también significa bienvenida. Delfor Encizo(40), ha sido bautizado con tres sonoros azotes de su padrino, como parte de la ‘caramuza’ que realizan el primer día para entretener al público. Ahora Delfor es Miski Miski (dulce dulce) y tiene que venir a bailar siete años seguidos. “Ser huacón es un orgullo y una responsabilidad”, dice Delfor, aún jadeante.

De hecho, la autoridad durante los tres días de fiesta es el huacón. Loel Broncano, quien juramentó el sábado como alcalde de Mito, tuvo que ceder sus funciones para continuar la tradición. Este año han llegado más foráneos y la fiesta se ha extendido a cuatro días. La Dirección Regional de Cultura de Junín  alcula que de 5.000 visitantes  por día en el 2009, este año se ha duplicado la cifra. Sin embargo, el  apoyo del Estado aún no es evidente.

Zozimo Piñas, uno de los caporales (organizadores), recuerda que las dificultades nunca han sido excusa para detener el baile. “En los 80`s, con el terrorismo encima, nadie se metió con nosotros”, dice orgulloso. De pronto empieza a llover en la plaza. Mientras los visitantes buscan guarida, los huacones continúan bailando, así como soportan el calor de la vestimenta al mediodía. Es la energía de la danza.

2 Respuestas a “La justicia danzante del Mantaro

  1. Muy Bonita cronica de nuesta hermoza huaconada. Gracias a nombre de Mito

  2. ESE ES NUESTRO PERU

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